Te levantas, te haces un café y asesoras cómo estás. Qué te espera en el día. Si oyes el canto de un pájaro o si por fin ha dejado de llover. Si todavía queda un rastro del olor de la cena de ayer, o si ya es hora de tirar esas flores a las que te estás aferrando, pero ya carecen de la vida (y el olor) que tenían cuando llegaron. Revisas qué cosas te dan pereza y cuáles te apetece muchísimo hacer hoy. Te pones C’est la vie, de Amaia y das un mordisco a la tostada, porque este día hay que levantarlo como sea. Porque ya has aprendido que la forma en que te levantas marcará cómo será tu día.
Si escribiera un libro de poemas sería dedicado a la hora del desayuno.
Es domingo y me toca trabajar. Pero no pasa nada —me digo— ¿cuántos miércoles he vivido como si fueran un domingo? Tengo ganas de que vuelvan las cartas profundas y meditadas, pero esta es otra parte de mí, una que necesita escribir, pero no tiene tanto tiempo para hacerlo. Que rasca unos minutos en el día para leer un par de páginas, o este momento para escribir unas cuantas palabras mientras evito que caigan migas sobre el teclado.
A veces ser autónoma es llorar por las esquinas cuando no tienes trabajo y llorar encima del ordenador cuando lo tienes. Es quejarte de la falta de trabajo y ahogarte en él cuando llega. Sentir pena porque ay cuánto disfrutaría este proyecto si tuviera un poco más de tiempo, si los días tuvieran más horas.
El otro día, me escapé a la presentación de Oposición, de Sara Mesa, un libro que habla sobre sentirte realizada en el trabajo, sobre la necesidad que tenemos de hacer algo que valga para algo. Para mí es muy importante sentir eso, que lo que hago me llena y que va a llegar a algún lado. Es el único consejo que se me ocurre esta mañana de domingo, intenta que lo que hagas te llene, tenga algún sentido, o al menos te divierta, si no la vida se convierte en un infierno.
Ser autónoma es no saber decir que no, o aprender a decirlo cada día a la fuerza. Es la mejor manera de adquirir este hábito tan saludable y que tanto nos cuesta. Te acabas viendo obligada a decir que no a proyectos o a planes porque tienes que quedarte trabajando. ¿Y la rabia que da tener que rechazar un proyecto después de pasarte semanas deseando que llegasen? Así es la vida, amigas, irónica, como cantaba Alanis Morissette.
La vida autónoma te da la gran libertad de poderte ir al gimnasio a las diez del mediodía, de compras cuando no hay nadie en las tiendas, o salir a desayunar con una amiga (también autónoma) entre semana. Te da esos parones obligados para volver a poner tu vida en orden después de periodos como el que estoy viviendo yo ahora, en el que el trabajo lo es todo y hay poco hueco para algo más.
Estos días, mientras yo no paraba trabajar, tampoco ha parado de llover. El tiempo ha querido acompañarme en este encierro. Me he dado cuenta de varias cosas, como por ejemplo que nos encanta quejarnos, pase lo que pase. Sea cual sea la situación, siempre será propicia a una queja. Que el paraguas y los charcos te obligan a dejar de ir mirando el móvil por la calle. Que ser gallega no me ha hecho inmune a la lluvia y que los años en Barcelona me han hecho más intolerante a ella. Lo único que conservo es mi maestría para gestionar el paraguas los días de viento, jamás se me da la vuelta. El resto de habilidades las he perdido y me replanteo el salir de casa si veo que está lloviendo.
En fin, como dice Amaia (lo he convertido en mi lema de vida):
Solo hay una cosa clara
En esta vida todo viene y va
Y luego nada es para tanto
Así que a trabajar, a disfrutar del domingo, a dormir, a leer, a ordenar la casa, o a lo toque.
¡Hasta el domingo que viene!
Tu amiga,
Cristina
📪
Leer tu newsletter en el trabajo mientras te veo trabajar es romantizar esta mierda un poco al menos, cést la vie
El hombre que en la montaña
—por la cruz de algún camino—
oye la voz del destino,
se aleja de su cabaña.
Y prosiguiendo su hazaña
se dirige al porvenir
una esperanza a seguir.
Mas no ha de volver la cara,
pues la vida es senda rara:
en la vida todo es ir.
(Poema de José Antonio Corretjer cantado por J.M.Serrat)