Un respiro
Lo bueno de la ola de calor es que cuando se pasa sientes que han soltado una mordaza que te tenía atrapada. De repente puedes respirar, tienes ganas de caminar, de hacer cosas, te sientes más viva. Sigue siendo verano, sigue haciendo calor, pero a ratos corre una brisa. Ya no recordaba lo que era estar sin sudar.
En la escritura pasa un poco lo mismo. Si te pasas mucho sin tiempo ni ganas ni ideas para escribir, cuando por fin logras hacerlo es como si te desbordases. Supongo que es lo que le pasa a la gente a la que le encanta hacer deporte y está un tiempo sin hacerlo, que cuando puede volver a correr se siente imparable. Que la sangre bombea por todo el cuerpo libre y feliz.
Ahora parece que entre tormentas y cielos grises, el verano nos da un pequeño respiro, sabemos que será breve, pero servirá para coger impulso. A mí me ha servido para ver que tengo que espabilar y dejarme de excusas. A veces me pongo a hacer tonterías innecesarias para evitar hacer lo que realmente quiero hacer. ¿Tiene algún sentido? No lo sé. Supongo que es por miedo a no saber hacerlo, o a la decepción. Prefieres quedarte un ratito más en tierra antes de salir a navegar aguas desconocidas.
Vamos siempre con esa inercia que nos impide darnos cuenta de las cosas. Tardas en ver que ya puedes moverte más libremente, puedes ir a la playa, hacer eso que habías pospuesto porque hacía demasiado calor. A veces nos convencemos de que no podemos hacer algo, pero nunca es así. Quizás no nos salga todo lo bien que nos gustaría, pero hacerlo siempre es posible. Bueno, casi siempre.
El verano pasado me aficioné al gazpacho de fresa y de remolacha. Este año sigo ahí, enganchada a las sopas frescas y al café con hielo, pero también he descubierto el pepino y las gildas. Este verano está siendo el de la música catalana, el de querer vino tinto, pero beber vino blanco porque es más fresco. El de pedirme una cerveza, pero arrepentirme al tercer trago porque me hincha. Está siendo el verano de dejar de innovar y pedir siempre helado de chocolate y limón. De no separarme del abanico de Ron Leyenda que le robé a Guille. Me he hecho la manicura semipermanente por primera vez y ahora veo que he entrado en esa espiral de la que no se puede salir. Es el primer verano que me compro un bolso de verano y empiezo a dejar atrás las bolsas de tela sintiéndome mayor. Está siendo más que nunca el verano de los vestidos y los moños. De leer libros de la biblioteca, comprados, libros pendientes, libros sobre la amistad y libros sobre escribir. Está siendo un verano de querer estar en casa, pero también rodearme de gente. Creo que estoy un poco insoportable, pero culpo al calor. Siento que, en general, la gente está un poco más loquita con este calor.
Es verano, da igual.
Te zambulles en el agua y todos somos los de siempre. Manteniendo conversaciones profundas, mientras intentas flotar en la piscina o no golpearte con las rodillas en la arena.
¡Hasta el domingo que viene!
Tu amiga,
Cristina.
📪